Amortiguadores:
Los amortiguadores proporcionan confort en la conducción y representan una garantía de seguridad ya que ayudan a controlar el vehículo a altas velocidades y en situaciones de riesgo. De hecho, se le considera uno de los tres componentes esenciales del llamado “triángulo de la seguridad”, junto a los neumáticos y los frenos. El correcto funcionamiento de un amortiguador depende de diversos factores, como el estado de los caminos, la carga del vehículo, el kilometraje y efectos de desgaste como el frío, el calor y la humedad. La acción de estos factores hace que el efecto del amortiguador se reduzca paulatinamente, hasta que deja de funcionar correctamente. Al no ser un desgaste muy perceptible para el conductor, se aconseja realizar revisiones periódicas cada 20.000 kilómetros.
Escobillas limpiaparabrisas:
En caso de lluvia, representan un papel fundamental. Si no barren bien y no evacuan correctamente el agua, (o granizo o nieve), será imposible tener una visibilidad adecuada del camino. Debe cuidárselas de la exposición al sol, ya que, no hay nada peor para sus componentes que las prolongadas jornadas de sol y las altas temperaturas.
Filtros: Se deben controlar al menos una vez al año. Dentro de esta categoría, se encuentran los siguientes:
> Filtros de aceite: El desgaste normal del motor implica la aparición de partículas metálicas que se desprenden de los componentes y van a parar al lubricante. El filtro de aceite tiene como misión retener dichas partículas que perjudicar el rendimiento del motor o incluso dañarlo gravemente. Debido a que los períodos de reposición de los aceites, se han dilatado mucho en los vehículos nuevos, y a pesar de que la calidad de los filtros ha mejorado de forma notable, resulta imprescindible reponer este elemento cada vez que se cambia el lubricante.
> Filtros de aire: Un filtro en buenas condiciones, garantiza que el aire que llega al motor no contiene partículas abrasivas. De esa manera, la combustión se realiza en las mejores condiciones y el consumo de combustible se mantiene en los niveles recogidos en el catálogo del vehículo, al igual que ocurre con las emisiones contaminantes. Es importante que el filtro se revise siempre en las operaciones de mantenimiento del vehículo. El final de su vida depende mucho de los lugares por los que se circula. De ahí que, en caso de andar por caminos polvorientos habitualmente, sea necesario proceder con mucha más frecuencia a su reposición que si se conduce por ambientes mucho más limpios.
> Filtros de combustible: Su funcionamiento difiere si se trata de vehículos nafteros: eliminar las impurezas del combustible antes de que lleguen al motor, mientras que en los vehículos que funcionan con Diésel, sirven para eliminar el agua y evitar la corrosión de los elementos metálicos del motor. En ambos casos, su tarea es primordial para garantizar la salud del motor. Deben revisarse siempre que el vehículo entre al taller para su mantenimiento.
> Filtros de habitáculo: Si el resto de los filtros que se colocan en un vehículo, tienen como fin garantizar la salud del motor del coche, el de habitáculo se ocupa de la de salud de sus ocupantes, ya que, es el encargado de atrapar las partículas de polvo y los granos de polen que están en suspensión en el ambiente. Evitan, por tanto, que entren al vehículo y aminoran su negativa incidencia especialmente en los alérgicos, además de proporcionar una sensación de limpieza y bienestar en el interior del habitáculo.
Neumáticos:
Muchos factores influyen en la vida útil de un neumático: desde los propios componentes de las cubiertas y el almacenamiento previo a su venta, hasta la manera de conducir de su usuario, o la climatología y las características del pavimento por el que rueda. Por lo tanto, es muy difícil determinar un número estimativo de kilómetros (hay marcas que duran más que otras). Sin embargo, al ser el nexo de unión entre el coche y la carretera, su papel en la seguridad es primordial. Se deben mantener correctamente los índices de presión aconsejados por el fabricante.. Se recomienda acudir a un especialista al menos una vez año si los neumáticos llevan instalados más de cuatro años, cuando el kilometraje anual no supere los 14.000 kilómetros. Si se hacen más kilómetros, conviene hacer una revisión antes.
Frenos:
Con los frenos en mal estado necesitaremos más metros para parar el coche ante cualquier emergencia. El desgaste de los componentes del sistema de frenos depende mucho de las características de la conducción y también del medio habitual por el que ruede el vehículo (atascos en las ciudades, recorridos en montaña, con abundantes curvas, etc.). Por eso, es muy importante que este sistema sea revisado por un especialista al menos una vez al año. No es fácil detectarlo, puesto que los componentes del freno se van deteriorando poco a poco. Sin embargo, puede ocurrir que sea muy marcada la falla (ej: se va para un lado, tarda en “reaccionar”, ruidos, chirridos, etc.), frente a lo cual, el paso por el taller debe ser inmediato.
Lubricantes:
Los lubricantes minimizan el desgaste de las piezas del motor, canalizan las partículas metálicas surgidas de ese desgaste hacia el filtro, ayudar a la refrigeración y evitar diminutas fugas en el circuito por sus propiedades sellantes. El período de vida útil de los lubricantes se ha elevado mucho en los coches modernos. Hace 20 años, la media de cambio estaba en torno a los 5.000-8.000 kilómetros, pero hoy los fabricantes de vehículos hablan de reposiciones más distanciadas, por encima de los 30.000 kilómetros para sus nuevos modelos, aunque, dilatar más de 15.000 kilómetros el cambio de lubricantes hace que el motor sufra en exceso. Los talleres aconsejan comprobar el nivel del depósito de lubricante (cada 1.500 kilómetros), una costumbre excelente que ahorra muchos sustos, disgustos y dinero. Se debe colocar siempre el tipo de lubricante aconsejado por el fabricante del vehículo.
Iluminación:
Las luces de tu vehículo te permiten ver y ser visto. Para ello, es conveniente comprobar mensualmente el buen funcionamiento de todas las luces (posición, altas, giro, freno, marcha atrás, intermitentes y antinieblas) y mantener su superficie exterior libre de barro y suciedad. Asimismo, siempre que se detecte alguna irregularidad (una bajada en la intensidad, por ejemplo) debe consultarse a un especialista.
Sistema de escape y catalizadores:
Los sistemas de escape tienen como una doble misión en el cuidado del medio ambiente: deben reducir las emisiones contaminantes y el ruido de los gases al salir del motor. Suelen notarse fugas o corrosiones ante una falta de potencia del motor y por el incremento de consumo de lubricante. Asimismo, y según indican los principales fabricantes, circular con catalizadores, o tubos de escape defectuosos, puede aumentar el peligro de incendio del vehículo y provocar asfixias e intoxicaciones en lugares cerrados.
Los catalizadores, dejan de cumplir su función protectora del medio ambiente a los 80.000 km. Por eso, no está de más revisarlos a partir de los 60.000 kilómetros.
Correa de distribución:
La correa de distribución, sincroniza los cuatro tiempos del motor, la apertura y cierre de las válvulas de admisión y escape y la chispa de la bujía. Es muy importante seguir los consejos del fabricante del vehículo porque, al ser un elemento que se desgasta, su rotura puede ocasionar una grave y cara avería en el motor. Es prácticamente imposible para un conductor promedio, detectar su deterioro, así que la mejor prevención, es cambiarla por una nueva en base a los intervalos aconsejados por el fabricante.
Medio ambiente:
Algunas de las piezas y fluidos que se cambian en los vehículos, contienen residuos peligrosos y resultan muy contaminantes. Los talleres de reparación y mantenimiento de vehículos deben cumplir una normativa estricta para la correcta recuperación y reciclaje de los residuos.